HOMENAJE A MIS ANTEPASADOS

viernes, 13 de septiembre de 2013

Catire Quintero.

El año lo desconocemos, pero debe estar poe los mediados de los cuarenta. Mi padre estudiaba en Baton Rouge, Louisiana y su prima Isabel Restrepo le envió a Juan José. Quintero a pasar unos días con el. El Catire Quintero pasó las Navidades. En julio pasado me quedé en casa del Catire en Caracas y me obsequió esta foto, allí aparece mi padre y su acudíente. 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mestizos.

En estos días he estado vacacionando con la familia en el oriente de Venezuela. Para mi hija menor resulta extraño ver personas de piel más oscura que el promedio de quienes vivimos en los Andes, en parte por el fuerte sol de estas tierras costeras,  en parte por la herencia africana. De vez en cuando se hace algún comentario sobre el color de la piel o las facciones de las personas. 

Mi hija a manera de recriminación en algún momento me señaló de racista. Le respondí que siendo latinoamericanos no podemos ser racistas, en nuestros genes está presente a mucho orgullo la herencia de los indios y los africanos al igual que la de los españoles. Si pretendemos ser totalmente blancos, cosa que es muy difícil en estas tierras, nuestra cultura es mestiza. Cuando escuchamos un ritmo africano, sea en una salsa o en unos tambores o para los que presumen de más sofisticados en un rock latino al estilo de Santana, nuestra sangre se calienta y comenzamos a seguir el ritmo.

Por eso, aunque haya quien lo niegue, aunque seamos hijos de algún inmigrante casado con una europea de pura sangre  y aunque en nuestros genes solo pueda rastreares sangra proveniente del viejo continente, somos mestizos culturalmente. Nos encanta una arepa, comemos casabe, tajadas de plátano maduro, bailamos joropos y cantamos boleros, y aunque seamos cristianos hemos escuchado de los milagros  alguna deidad indígena o  del culto de los santos africanos, de la regla lucumí, del mayombe y del candomblé. 

miércoles, 14 de agosto de 2013

Más sobre mi padre.

El recuerdo más antiguo que tengo de mi padre es de el momento en el cual llegaba de trabajar y asomaba la cara en la cuna donde estuve los primeros días de mi vida, recuerdo su cara sonriente, de satisfacción y recuerdo también su olor, nunca fue amante de los perfumes, así que era el olor que se acumula después de la jornada de trabajo, algo de sudor, pero no penetrante ni desagradable. Esta imagen se había borrado hasta que nació mi primer hijo y también yo iba a mirarlo en la cuna, cuando veía a mi hijo mover alegremente sus manos y sus piernas recordaba a mi padre jugando mi rol casi cuarenta años atrás.

Don Mario, como le llamaban los amigos, tuvo un gran don de gentes, idolatrado por sus sobrinos, querido por sus empleados, amigo de sus compañeros de trabajo, confidente de los jóvenes, admirador de la belleza femenina, lo que por cierto nunca le ocultaba a ninguna mujer, pero normalmente no las hacia ruborizar porque siempre fue caballeroso y respetuoso. Su honestidad nunca dejó duda, cuando yo era niño el era un reconocido agrónomo, trabajó para Nestlé en en complejo industrial de Buga La Grande en el Valle del Cauca, muy cerca de allí, en Tuluá nací yo. Su carrera la hizo en la Universidad de Lousiana, hablaba perfectamente el inglés, ya que vivió ocho años en Baton Rouge donde está la sede de LSU.

 Su madre Doña Flavia Echeverri era una mujer dura, pero amorosa, con su temple crió a seis hijas y a mi padre que fue el menor, quedó viuda de mi abuelo Mariano cuando mi padre tenía tres años, quizá de allí el  temple de matrona que tenía mi abuela de quien tengo gratos recuerdos, pero no muy abundantes, pues siempre vivimos lejos de ella, así que sólo la veíamos en vacaciones o cuando nos visitaba. 

Mi padre siempre recodaba los primeros años de su vida en Armenia, lo vestían con zapatos cuando sus demás compañeros de escuela andaban descalzos, así que los de el dejaba en casa de algún amigo. De lo que si no se salvaba era de la ropa de niño rico, decía que le pusieron mameluco hasta que le alargaron los pantalones, lo cual era una especie de rito que se hacía al llegar la pubertad. Los mamelucos se los hacían mis tías y el contaba que no tenían bragueta, razón por la cual le costo aprender que los varones orinaban parados.

A los doce o trece años lo mandaron a estudiar a Medellín en el internado de los Hermanos Maristas, cuenta mi tía Fany, quien se fue en 1935  dos años antes  que el a estudiar también en la capital de Antioquia, que mi padre pasó por todos los colegios de Medellín, estudió  incluso en la Escuela Técnica de Medellín donde desarrolló su afición por la matemática y la física, pero su verdadera pasión era el campo lo que lo llevó a estudiar agronomía  en Estados Unidos en 1.943. Mis tías le decían que estaba estudiando para mayordomo de finca. En un reencuentro de la familia que tuvimos en 1986, si no me equivoco mis primas montaron una parodia dramatizada, en la que con mucho humor antioqueño decían que se había ido a los Estados Unidos a estudiar la forma de alimentar las vacas con café para que dieran café con leche.

Los años de la universidad eran quizá los más recordados por el, contaba mil historias inolvidables, entre ellas la de un bar contra el que chocó su automóvil, cuando lo pagó le puso precio a las botellas quebradas  destapadas y a las que estaban selladas y una vez pagada la indemnización invitó a todos sus amigos a tomarse lo que pudieran colando el licor en una media. 

También contaba la historia de una amiga que era telefonista y que para tomarle el pelo a sus amigos le pidió que les dijera que era adivino, ella lógicamente le daba todos los datos de las personas, los cuales escuchaba en la central telefónica, en aquella época los teléfonos eran manuales y se conectaban con la central con clavijas. El "psico" se hizo famoso y contaba que vino a consultarlo inclusive un empresario de Atlanta, dueño de una gran tienda por departamentos, desde entonces y por un buen tiempo no tomaba ninguna decisión sin consultarlo a el primero, pero antes de que la farsa pasara a mayores mi padre decidió decir que estaba sufriendo de cansancio a causa del esfuerzo mental que le producía la adivinación. 

La adivinación por cierto era una de sus bromas favoritas, viviendo en Buga La Grande compro una wija y pudo tomarle el pelo a más de un amigo invocando espíritus de amigos y familiares. Otra de sus pasiones fue el ocultismo, hablaba de viajes astrales y llegó a contarnos de una visita suya a un lejano planeta llamado Ipernia, el cual describió con pelos y señales como una civilización muy avanzada. También fue lector de los libros de Eric Von Daniken y estudioso del calendario maya en la época en que poco se hablaba de eso. Decía ser escéptico por su formación científica, pero en el fondo creía en todo incluidos extraterrestres y fantasmas.

 Contaba que estudiando en la Escuela Técnica de Medellín tuvo un profesor de física  que dibujaba diagramas y hacia ecuaciones para demostrar que los viajes interplanetarios eran factibles. Para esos años, mediados de los cuarenta, calculo, era impensable que el hombre pudiera viajar al espacio, una comisión de estudiantes entre los que se encontraba el fueron a hablar con el ministro de educación de la época, quien al ser puesto en conocimiento de las ideas del profesor lo destituyó inmediatamente. Años más tarde cuando la carrera espacial se hizo realidad lamentaba la equivocación cometida.

En el año sesenta seis dejó la Nestlé por un trabajo con CPC, la dueña de Fruco, Maizena y Knorr, era el jefe del departamento de extensión agropecuaria, allí inició los cultivo de espárragos en el Valle del Cauca, además de una serie  de cultivos para los distintos productos de Fruco, el maíz para Maizena  y muchos otros productos más. En Cicolac había desarrollado la cría de ganado Pardo Suizo en Colombia con producciones de leche  récord en la Historia. Para esos tiempos era común que le entrevistarán para revistas especializadas en la materia.

En 1968 CPC le envió a Venezuela, donde echó raíces, primero con un proyecto de desarrollo agropecuario en Portuguesa, allí fue impulsor de la del cultivo de sorgo junto a Juan Pedro del Moral, con quien cultivó una gran amistad, ambos impulsaron además la creación del Central Río Guanare y de Meladuras Portuguesa, Melaport, que posteriormente se convirtió en el Central Tolimán, allí también comenzó su carrera como empresario agrícola, fundó varias empresas dedicadas al cultivo de cereales principalmente.

En 1.975 una serie de temblores en Guanare unidos al hecho de que ya mi hermano y yo estábamos terminando los estudios de bachillerato le hicieron pensar en regresar a Colombia, visitó sus viejos amigos en su país natal y al ver la situación económica y social del país decidió buscar un lugar en Venezuela donde pudiera desarrollar un proyecto floricola, que era la novedad en Colombia, así llegó al Táchira donde no sólo fundo su empresa Cultivos Bonanza, dedicada al cultivo de flores, sino que además dejo iniciado otro proyecto Vivero Peribeca,  este estado le debe el haber masificado el cultivo de flores y de plantas de navidad. En sus últimos años incursionó nuevamente en la ganadería en la zona sur del lago de Maracaibo, donde además experimentó con los cultivos  de piña y  guanábana.

Muchas anécdotas , muchos amigos, muchas obras de Don Mario quedan para contarse, será  en otra ocasión. Mi admiración por mi padre es inconmensurable. Fue una persona como pacas, con sensibilidad social, buen humor, capacidad infinita de amar a sus semejantes, respetaba al rico, al pobre al sabio y al ignorante. Al morir supimos que hacia obras de caridad sin que nadie se enterase, así lo hicieron saber las personas que recibían ayuda de el. Le echamos de menos.

lunes, 12 de agosto de 2013

La historia de las dos Franciscas.

En un articulo anterior hablamos de las raíces incas de los antioqueños. La historia está bien documentada, y parece que no hay dudas de que familias antioqueñas  los Botero, los Giraldo, los Echeverri, los Henao, los Rengifo y los Sandoval son descendientes directos de Franciaca de Coya, una de las hijas de Huayna  Cápac y de una de las esposas que tomó en Quito, según esta versión  Francisca era hermana del Inca Atahualpa, el último emperador de los Incas, quien por cierto antes de ser ahorcado por los Españoles fue bautizado con el nombre cristiano de Francisco. Francisca tuvo una hija del conquistador Diego de Sandoval  de donde proviene toda su descendencia en Ecuador y en Colombia.

Pero hay otra historia que cuenta que Francisca no era hija, sino nieta de Huayna Cápac al ser hija de la Coya  Inés Auyalas o Inés Yupanqui y el conquistador Francisco Pizarro; Sin embargo, se sabe  Francisca Pizarro nació en Perú en el año 1534 y murió en España en el año 1.596. Francisca Pizarro es conocida también como la primera noble mestiza y se cuenta que los años que vivió en España lo hizo rodeada de riquezas, mientras vivió en Perú recibió una educación al estilo de los Españoles, tocaba Clavicordio y vestía finas prendas. 

La historia de la unión de la Coya Francisca con el conquistador Diego de  Sandoval no está clara, hay quienes aseguran que Huayna Cápac ofrendó su hija al español, aunque otros dicen que fue tomada prisionera por este quien la esclavizó y de esa relación amo esclava  nació Eugenia Sandoval Coya quien se asegura nació en Quito en 1.536  y fue legítimada por el Rey de España, esta a su vez contrajo nupcias con el Capitán Avileño  Gil de Rengifo con quien tuvo una sola hija, María Rengifo Sandoval, nacida en la población de Anserma, ella desposó al también español Vicente Henao Tamayo, de esta unión nació Melchor Henao Rengifo casado con Maria Vivas y padre de Gregorio Henao Vivas. El hecho de que Eugenia Sandoval haya nacido en 1536 y Francisca Pizarro en 1.534 hace que se descarte que esta última sea Francisca Coya que en realidad vendría a ser su sobrina.

Lo interesante de la historia de las dos Franciscas es que nos pone en perspectiva la relación que existió entre los conquistadores españoles y los gobernantes Incas que como es bien sabido terminó con la traición al Inca Atahualpa por los Españoles. A pesar de que la traición es atribuida a Pizarro también  se cuenta que Este, quien seria su suegro según la versión que hemos relatado,  lloró la muerte del Inca como si se tratara de un hijo suyo.
 
Volviendo a la descendencia de los Incasen Colombia según lo señala Carlos Arturo Ospina Hernandez:  "A partir de Gregorio Henao Vivas (el chozno del Inca), es fácil seguir la descendencia en las Genealogías de Antioquia y Caldas, de don Gabriel Arango Mejía. Así, por ejemplo: Gregorio Henao Vásquez, hijo de Gregorio y Jacoba (nieto quinto del Inca), de quien nos dice el genealogista que “se radicó en el valle de Rionegro, en donde falleció en septiembre de 1687”. Fue casado con Juana Losada Zerpa, y de sus varios hijos (nietos sextos que vienen a ser del Inca), cabe hacer mención de Josefa, esposa de Juan José Villegas; Juan, esposo de Mauricia Giraldo; Juana, esposa de Antonio Salazar, y María, esposa de Tomás Giraldo."

Sobre la Coya Francisca se tejieron muchas historias, es teñida como madre nutricia de Ecuador y de Colombia y se cuenta que "cuando la Coya iba a misa le acompañaban todos los caciques y señoras de la provincia de Quito; que cuando iba fuera de la ciudad le llevaban en andas y acompañada de dos o tres mil indios. Otros testigos dijeron que cuando iba a misa los domingos los caciques de Quito le tendían mantas, plumas y flores por el camino a recorrer, para que sus pies no tocaran el suelo". Este reconocimiento de los indios de Quito se debió a la condición de su madre, miembro de la familia de los Collahuaso, señores de los indios Quito" 



domingo, 14 de julio de 2013

HUELLAS

¿Qué es la vida? La vida que vivimos, a eso se refiere la pregunta, algunos hablan de una  experiencia del espíritu en un mundo material, no voy a llegar a tales profundidades en este escrito, aunque no crean que es porque aveces no me planteo el problema desde ese punto de vista, lo analizaré más desde el punto de vista del sentido que damos a nuestras existencias.

Desde hace unos años me interesé por el estudio de las genealogías de mi familia, tanto de la rama paterna como de la materna, lo hice por la simple curiosidad de saber de donde venía, eso me llevó a hurgar en lo más profundo de mis raíces llegando incluso por alguna de ellas al viejo imperio romano y por otra a el imperio inca. 

Eso quizá puede servir para llenar un ego pretencioso, mitificando a los antepasados, dotándoles de la nobleza que les atribuyen los documentos que con mucha dificultad se pueden obtener de personas que vivieron hace ya varios siglos, lo cual nos lleva a encontrar algunos que se destacaron en algún campo determinado.

Pero más allá del ego comenzamos a encontrar las huellas dejadas por esos antepasados, historias, lugares, fotografías, escritos, música y tantas otras manifestaciones del ser humano que son tan diversas como el universo mismo.

Esas huellas son la pista para encontrar el sentido de nuestra propia existencia, vemos como más que a través  un árbol genealógico la existencia puede verse más bien como una pirámide en la cual cada ser humano está en la cúspide, en la base está nada más y nada menos que el resto de los antepasados que al ser analizados en las distintas familias crecen en progresión geométrica. 

Pero aunque la familia es una importante base de estudio, con la cual tratamos de individualizar a un grupo determinado, la familia Restrepo o la familia García, no hay que despreciar el aporte del entorno, los valores culturales y sociales, de eso se nutre el ser, eso impone comportamientos y da directrices.

  Al analizar la pirámide y mirar sus bases y ver lo que las formaron también encontramos que somos el último ladrillo que se colocó en la cúspide, pero también vemos que la cúspide no es exclusivamente nuestra, que debemos cederla a las nuevas generaciones y que el único aporte que podemos dejar cuando llegue el fin de los días son las huellas que dejemos en el universo.

Tener un hijo, escribir un libro, sembrar un árbol es una receta que desde hace muchos años se viene dando para que la existencia humana deje huellas realmente trascendentes en el mundo. Hoy día gracias a la globalización podemos compartir por medios electrónicos lo que escribimos o más allá lo que dejamos registrado por algún medio, llámese música, cine, video o cualquier otra forma de expresión perdurable. 

Sembrar un árbol es mucho más que eso, es el símbolo de respetar el medio ambiente, la vida de los demás seres de  la creación, incluso hacerse cargo de un animal, de una planta, de un jardín, de una porción de tierra, de un rebaño de ganado, producir alimento para los demás, es la metáfora del florecer y fructificar por el bien de la naturaleza, el ambiente en el  cual nos ubicamos  y del cual formamos parte.

Tener un hijo, por otra parte va mucho más allá del acto de la procreación, es quizá la mayor responsabilidad y la más bella experiencia que tenemos, es garantizar nuestra continuidad en el mundo más allá de la muerte, es dejar la siguiente piedra en la pirámide infinita de nuestras vidas, es,quizá la huella más importante que podemos dejar, es la amalgama de todos nuestros antepasados, es la esperanza convertida en realidad, es el encontrar que a pesar de los lasos con el pasado los seres humanos somos libres de desarrollar nuestra propia existencia. 

Rindo con estas palabras tributo a mis antepasados y al futuro representado en mis hijos, Juan Cristóbal y María Camila y a mi esposa Mariangel, que es el otro ladrillo en el cual se apoya cada uno de mis hijos ahora cúspide de dos pirámides, con una misma base, pero con características propias lo que hacen de ellas seres diferentes o simplemente individuos.

sábado, 29 de junio de 2013

Los orígenes.

 

                                     
                            Este retrato lo conseguimos en la web, si es auténtico el retablo tiene más de 450 años.

La forma como vivieron los primeros ancestros españoles que llegaron a América ha sido una de los enigmas que siempre he tratado de descubrir, esto me ha llevado a remontarme hasta mediados del los años 1.500 cuando llegaron a Colombia los Padres del apellido Restrepo, Don Alonso y Don Marcos López de Restrepo.

Poco sabemos de sus primeros tiempos en América, sólo sabemos que Don Alonso era Alfrez de la Real Armada Española y que buscando fortuna o aventuras en lo que presumimos fue su segundo viaje a el nuevo continente se trajo a su primo Marcos, lo más probable es que hayan desembarcado en Cartagena de Indias y de allí se hayan adentrado hasta Santa Fe de  Antioquia donde contrajeron nupcias con las hijas de un prominente capitán español procedente de Nueva Segovia (Barquisimeto) en la Capitanía de Venezuela.

De allí pasaron a un bucólico paraje, que quizá les recordaba al pequeño poblado asturiano de donde eran nativos, el Valle de Aburrá en el llamado sitio de Ana, donde se establecieron y fundaron sus familias. Los Restrepo somos todos descendientes de Don Alonso según se desprende de algunos estudios genealógicos, ya que se asegura que Marcos sólo engendró hembras. A los Restrepo se añaden también algunos descendientes de los esclavos quienes tomaron el apellido de sus amos. H

Aunque no podemos decir propiamente que fueron los fundadores de Medellín en el sitio donde se asentaron, si fueron partícipes de la génesis de la hoy pujante capital de Antioquia.  Don Alonso tuvo a cargo el censo que se usó para la fundación de la Villa de la Candelaria, hoy Medellín,  allí habitaban unas treinta familias blancas y otras tantas mestizas. Era una aldea rural cuya iglesia y ayuntamiento tenían techos de paja.

Don Alonso fue nombrado en el cargo de Alférez Real del nuevo poblado, cargo que heredo a su hijo mayor.  No sabemos como eran las casas de los primeros Restrepo, sabemos que en la aldea eran muy pocas las que tenían techos de teja, todos los españoles tenían servidumbre, la mayoría esclavos provenientes de África, aunque también eran acodados por algunos indios.

Las actividades de la población estaban reducidas a la siembra de maíz, frijol, el plátano  y algún otro producto agrícola, así como a la ganadería y la cría de gallinas y cerdos. En la dieta seguramente no faltaban los frijoles, nobles descendientes de la fabada asturiana, que dieron origen a la famosa bandeja paisa. 

El comercio se fortaleció en una segunda oleada de españoles que llegaron a la Villa en antes de finales de siglo. El oro y las mercancías traídas desde España eran el objeto de las transacciones comerciales que fueron engrosando los patrimonios de los comerciantes. 

Se discute sobre el origen Sefardí del apellido López, ha de recordarse que en 1.492 los judíos fueron expulsados de España, pero existe un documento en el que se da fe de que los López de Restrepo no tienen trazos de judíos ni de negros.

Hoy día resulta extraño y hasta banal una discusión de ese tipo, pero en el siglo XVII subsistía la persecución a los judíos y los derechos solo eran reconocidos en forma a los españoles, no así a los negros o a los mestizos, quienes eran marginados y excluidos socialmente. 
               


lunes, 24 de junio de 2013

El Río Corre Hacia Atrás.

Como homenaje a Benjamín Baena Hoyos, esposo que fue de mi tía Esther Restrepo público este excelente artículo sobre su obra El Río Corre Hacia Atrás publicado hace unos años en el Diario La Patria de Manizales y escrito por el también escritor Gustavo Páez Escobar. 

"Desde hace varios años he oído hablar de esta novela de Benjamín Baena Hoyos que describe la colonización del Quindío. Al salir ahora con el sello de Carlos Valencia Editores me encuentro con una obra novedosa, de las que sólo se escriben de tarde en tarde.

El autor, nacido en Pereira en 1907, vivió mucho tiempo en Armenia, donde fue juez y poeta. Eso de juez y poeta parece no concadenarse, y en verdad no es corriente que el juez, cuya mente está formada por disciplinas rígidas, amolde su temperamento a las modulaciones del arte. Con esa disposición para pulsar las emociones campesinas fue como Baena Hoyos se fue metiendo en las épocas de la colonización hasta encontrar el ambiente apropiado que pintara los cuadros de la explotación humana que antecedieron a la consistencia de este pedazo de tierra que conocemos con el nombre de Quindío.

Los personajes, admirablemente trazados, surgen de la naturaleza como seres amasados en el barro y hechos para las sufridas faenas de la vida rústica. La hoya del Quindío se puebla de colonos pegados a las raíces de sus cosechas, y se mueven entre la montaña dura que les da bienes pródigos y les enseña que la tierra sólo es conquistable con sudores y sangre.

La Burila, la compañía latifundista, enlaza tierras como cercando ganados, sin escrúpulos para comprar la conciencia de las autoridades. No se escapan a su influencia ni el juez, ni el coronel, y ni siquiera algún prelado suelto, “un cura cejón y boquiflojo, hecho de una extraña mezcla de materiales contradictorios: virtud y vicio, fuerza y debilidad. Un cura sin preceptos y sin amarras rigurosas, suelto como un animal de monte”. El colono, que se resiste a quedar despojado de la tierra moldeada con sus manos encallecidas, mira al cielo en demanda de protección, y sólo halla la inclemencia con que se le trata, como a un animal de dura cerviz.

Está aquí pintada la odisea del hombre que lucha por unos metros de tierra sin que su ruego reciba miramientos. Esas son las tierras del despojo, sacrificadas y violentas, donde no hay lugar para la esperanza. El endurecido campesino reclina su cabeza en el seno de la inhospitalidad, porque se siente extraño y perseguido en su propia parcela.

La Burila, un ente despótico y explotador, impone su codicia y avanza con saña incontenible. El hombre sigue abrazado a su pedazo de tierra. Es que “la tierra emboba, es como una mujer que nos gusta, se nos entra en el cuerpo y nos quema la sangre y la voluntad…”

La vorágine es la novela de la selva. El río corre hacia atrás es la novela de la montaña. El alma del Quindío revienta aquí con manchas dramáticas. Benjamín Baena Hoyos, que duró meditando mucho tiempo en su obra, consigue un estremecimiento lírico sobre este Quindío de fieros contrastes. Es maestro de la metáfora, como buen poeta, y utiliza un lenguaje rumoroso, rico y ajustado. Es un canto al dolor, y también un poema a la vida campesina.

La Patria, Manizales, 25-IX-1980."

                                          
                                                       Benjamín Baena Hoyos en 1928

domingo, 9 de junio de 2013

La huella de Doña Amanda Giraldo de Restrepo


Las puertas y las ventanas se abren cuando menos lo esperamos, unas para mostrarnos caminos, otras para dejar entrar la luz, repentinamente  estamos en un laberinto o en un desierto, como aquellos reyes del cuento de Borges, pera de pronto nos vemos iluminados y prestos a contar lo que por un buen tiempo habíamos guardado.

Hace ya casi un año vivimos la experiencia de la partida de nuestra madre, estoy seguro que para ella se abrió una puerta hacia un mundo de luz, así me lo hizo saber emocionada en su lecho de muerte: " - Hijo, veo el túnel del universo." Luego no pude volver a entender lo que decía en forma delirante, pero imposible de descifrar.

En el año 28 en  Pereira, que imagino era un pequeño pueblo de lo que hoy llaman en Colombia el eje cafetero nació Doña Amanda, vivió allí su infancia y su juventud al lado de Mamá Ana y Papa Toño, sus padres y doce hermanos y hermanas, contaba historias de una vida cómoda, educada en colegio de monjas, veraneaba en las fincas de la familia y disfrutaba de los paseos en los autos de su padre y sus hermanos, los primeros que se vieron por esas tierras, hablaba de los grandes bailes de la cosecha y de  matrimonios suntuosos,  un viaje a Nueva York y mil anécdotas de juventud.

Casi cuarenta años de matrimonio con mi padre, quien se le adelantó después de ver nacer el nuevo milenio, en los años cincuenta nacimos mi hermano Eduardo y yo, con sólo diez meses de diferencia, en esos tiempos se fueron a vivir a una finca en La Union, Valle y luego a Tuluá, la tierra que me vio nacer, allí comenzó un peregrinaje que nos llevó a la cercana Buga La Grande, en el campamento de Nestlé, luego a Cali, Guanare en Venezuela, Caracas y finalmente a San Cristóbal donde vivieron los años dorados cultivando flores  y grandes amistades, allí nos casamos sus hijos y nacieron sus nietos José Alejandro, Amandita, Juan Cristóbal, Mariana y María Camila, llegó a conocer a su bisnieto Cristóbal, hijo de Amandita y supo de otra bisnieta, Victoria del Carmen,   nacida en Brasil, hermana de Cristóbal.

Pudo conocer buena parte del mundo, Junto a su entrañable amiga Betty de Matos recorrió Europa en un viaje de turismo que recordaría por siempre. Mamá Amanda le llaman aun nuestros grandes amigos, eso se lo ganó dándoles su cariño.

Su vida en la tierra fue plena y fructífera, vivió momentos difíciles, como todas las personas, traspasó la puerta hacia el otro mundo hace casi un año, entró al túnel del universo sumando su energía a la del cosmos en un plano misterioso para nosotros.