HOMENAJE A MIS ANTEPASADOS

martes, 26 de septiembre de 2017

Fanny Restrepo o los santos no van al baño.

98 años es casi un siglo, fue el tiempo que duró la travesía por estas tierras de Fanny Restrepo, la menor de mis tías y la más querida, no porque las demás no lo fuesen, que también lo eran, pero Pacha o Pachuva, como le llamábamos fue lo más cercano a la encarnación del amor que he llegado a conocer. Podríamos hasta decir que fue una santa, pero ella no dudaba en decir que también tenía sus lujurias, por cierto nadie nunca llegó a conocérselas y me imagino que no pasaban de un pensamieno inocente o de admirar el físico de algún árbitro viendo en la televisión un mundial de futbol: "que lancha de árbitro" decía.

Pacha era muy sensible, pero nunca la vi llorando de tristeza, al contrario muchas veces la vimos llorando de alegría, lloraba viendo el zorro, decía mi padre aludiendo a la serie de televisión que en su estadía en Venezuela veía con nosotros todas las tardes. Era golosa y buena en las artes culinarias, cómplice segura de las enguandas de mi padre en la cocina, cuando le preguntaban por los ingredientes decía: "con amor mijo, con amor".

Además de su ejemplo de bondad y de la fe que heredó de mi abuela ella nos dejó una enseñanza que personalmente he puesto en práctica y que se ha convertido en la llave de la felicidad para mí: "a la gente hay que aceptarla como es", y les digo aceptando a los demás como son no solo se genera felicidad para quien se acepta, sino que esa felicidad le toca a quien acepta al otro.

 Tuve la experiencia de darle clases a una joven Policiaa  que llegaba a clases prevenida para el rechazo, aveces llegaba golpeada, su apariencia era poco femenina y hacía gala de ello para demostrar fortaleza, los demás profesores no podían con ella y simplemente la ignoraban  o la enfrentaban agrediendola, pero siempre rechazándola, yo recordé las palabras de mi tía y sin preguntarle motivos por su carácter  le demostré mi aceptación y a partir de allí se convirtió en una de mis mejores alumnas, siempre presta  a colaborar, simplemente necesitaba ser aceptada.

Este es un sencllo, pero muy sentido homenaje a Pachuva que no quiero cerrar sin contarles una anécdota de su vida familiar; contaba mi abuela que tuvieron un pariente que era casi un santo,  nació un 24 de diciembre, dedicó su vida a la oración y a la caridad cristiana, muy bien podría yo decir a manera de hipérbole que ese Semana Santa se le manifestaban los estigmas de la pasión de Cristo, pero lo cierto era que ayudaba al cura en las procesiones, el pariente murió exactamente a los 33 años un viernes santo, mi tía una vez escuchando a su madre orgullosa contando la historia dijo con su acento muy antiqueño unas palabras que pasaron a ser célebres en mi casa: "santo que caga y maldits sea".





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