HOMENAJE A MIS ANTEPASADOS

domingo, 15 de marzo de 2009

La quinta de los leones.

La quinta de los leones
Por: Jairo Giraldo
Esqui-na de la calle veintiuna con carrera doce, frente al viejo super-kumis había una linda casa quinta y su entrada estaba precedida de un hermoso y bien cuidado jardín lleno de olorosos rosales multicolores y artística reja protectora. La variedad de flores custodiadas por dos esculturas que representaba a dos leones en actitud fiera, mostrando sus poderosos colmillos, ojos vidriosos y actitud de ataque rematados por dos colas de color rojo y una melena del mismo color. El rey de la selva, de la familia de los félidos, poderosas garras, de cabeza grande y cuerpo musculoso y fuerte, estaba representado en esas dos figuras vigilantes que hacían volar la infantil imaginación y la transportaba a los más profundo de las selvas africanas.Las bien talladas ventanas y puertas rematadas por primorosos dinteles, el techo protector entejado con grandes tejas españolas, canales que brillaban con fino color de oropel por su material cobrizo, pintada en coquetones colores destacándose un verde esmeralda combinado con el gualda de nuestra bandera pereirana, lucía su frontal muestra la bella casona.Amplio patio interior con fuente tallada en piedra imitando las moriscas y refrescantes aguas del Palacio de la Alhambra de Granada, generosos y amplios los corredores que lo circundaban, cómplices de amoríos y silenciosos testigos del diario acontecer familiar.La armonioso belleza de esta quinta contrastaba con la bien arbolada avenida del Barrio de San Jerónimo lleno de casitas blanqueadas con la famosa cal de vijes, andenes muy bien cuidados, orden y aseo promovidos por el respeto y amor de los antiguos habitantes que lo hacían aparecer como el pedazo de un pueblito de La Mancha, españolísimo y añorado.La dañina influencia del comercio y la industria dió al traste con este monumento al buen gusto. La piqueta destruyó el lindo enlosado del patio y un techo le prohibió a la refrescante lluvia, al vientecillo y al sol, entrar a vivificar el ambiente hogareño. La bella casona fue acondicionada para albergar tornos, cortadoras de lámina, y todo tipo de maquinaria herramienta que conformaron el muy famoso taller Santa Cruz de propiedad del honrado trabajador y mecánico don Gonzalo Marín. Los leones desaparecieron.Cómo se fueron acabando y demoliendo las viejas casas representativas de la fisonomía nativa de la recordada aldeíta. El cemento y el hierro reemplazaron el bahareque, las hermosas tejas españolas fueron dejadas y cambiadas por hojas de Eternit, las ventanitas cómplices de amoríos quedaron, en las nuevas edificaciones, convertidas en refulgentes vidrieras y se alejaron los balcones adornados con chambranas y macetas de flores quedando en el pasado.

Este artículo escrito escrito poer Jairo Giraldo Arango, mi tío, fué tomado del Diario La Opinión del 24 de agosto de 2008